1. Aprendimos a justificarlo todo. En esta parte del mundo, Occidente, aprendimos que la justificación es lo esperado.
2. Los modelos educativos nos mostraron lo terrible que es equivocarnos, por lo que nos cuesta mucho reconocer esa conducta. Nuestra necesidad de ser reconocidos, amados y aceptados nos hizo creer que no nos podíamos equivocar y claro, al equivocarnos sentíamos miedo al regaño y culpa, y encontramos como “salida” el justificar.